Como niña, como mujer

En marzo queremos invitar a nuestras y nuestros lectores a acompañarnos a conmemorar el Día Internacional de la Mujer con contenido especial que publicaremos cada martes y jueves a lo largo de todo el mes, para que juntas y juntos reflexionemos sobre la importancia de esta fecha, así como los retos, los avances y la perspectiva que tenemos por delante.

Empezamos con esta reflexión en la que una mujer adulta se cuestiona todos aquellos aprendizajes que recibió de niña y que ahora comprende e interioriza de forma distinta:

Desde niña me dijeron lo hermosa que era y que las niñas bonitas se portaban de cierta manera. Hoy como mujer, sé que soy hermosa, pero no por lo que representa el exterior que viene en distintas formas y posibilidades, sino por el simple hecho de existir y porque mi existencia es importante.

Como niña aprendí de todas las mujeres de mi vida que estamos hechas para sacrificarnos, para entregar nuestra vida y entender la existencia a través del cuidado y servicio a los demás, por muchos años fui testigo del sacrificio de mi madre que debía combinar su trabajo con dejar la comida hecha, planchar la ropa, atender la casa y tantas cosas más, para las cuales debía despertar y levantarse antes que todos y dormir mucho después; como mujer he comprendido que una forma de expresar amor es justamente a través de brindar cuidados a aquellos que nos necesitan, pero que también ese amor se manifiesta en muchas formas y que cuando es recíproco y verdadero se trabaja en equipo entre hombres y mujeres para que todas y todos seamos merecedores de esos cuidados.

Como niña me hicieron ver que el papel económico preponderante estaba a cargo de los hombres, que ellos son los que deben salir a buscar el alimento y proveer a la familia, y que esas jornadas laborales entre más extensas fueran, reflejaban más dedicación del hombre a su familia, aun cuando ello no le permitiera ser parte de la convivencia familiar; como mujer aprendí que no hay un rol económico predeterminado para nosotras, porque las mujeres pueden ser cabezas de familia y las principales proveedoras y al promover que los hombres tengan trabajos en equilibrio o que puedan ejercer roles domésticos y de cuidado exclusivos se ejercen paternidades efectivas que nos benefician como sociedad.

Como niña entendí que era deseable luchar para tener la atención masculina y que en esa lucha otras mujeres eran vistas como enemigas y no como tribu de apoyo, pero ahora he aprendido a admirar a otras mujeres y a impulsar su desarrollo para vernos como una red de apoyo y no como competencia. También he tenido que lidiar día a día con el acoso (sexual y laboral) y pasar de pensar que eso era normal a luchar por mis derechos y aprender a defenderme.

Como niña vi que lo deseable era seguir la corriente, ser sumisa, callada, ser una niña bien, no cuestionar el estatus, esperar a que alguien pudiera rescatarme y si era un príncipe de cuentos de hadas, mucho mejor. Como mujer me he dado cuenta de que la vida puede ser plena de muchas formas: en soltería, acompañada, con hijos, sin hijos, que no hay única forma de sentir felicidad, y decir lo que sentimos y pensamos es lo correcto en un mundo donde escuchar todas las voces nos enriquece.

Como niña me quisieron hacer ver que las mujeres que llegaban lejos en sus vidas profesionales eran rudas, machorras, solitarias; como mujer he aprendido que quizá el equilibrio no existe, pero que si tienes el apoyo de mujeres y hombres que te nutren en el camino es posible, el éxito lo defines tú misma a través de tus metas, tus sueños y en ese camino sólo debes ser fiel a tus propios principios y convicciones.

Y es que es cierto, para la mayoría de mujeres de mi generación se nos enseñaron tantas cosas a través de las cuales mediamos el éxito de ser mujer, pero ahora me doy cuenta y reflexiono que mi madre, mi abuela y todas las mujeres que estuvieron detrás de mí fueron extraordinarias guerreras que lucharon por vivir y sobrevivir con los recursos y las posibilidades que en ese momento tuvieron. Ahora hemos podido entender la igualdad de género y hacer equipo entre mujeres y hombres, porque al final no sólo se trata del género, sino de la calidad humana que cada quien posee y la forma en que lo reflejamos en nuestro día a día.

Por ello, ahora como mujer, aprecio todo lo que mis antepasados hicieron por mí, por la vida en libertad de la que gozo, y reconozco también el trabajo de grandes compañeras y compañeros por saldar aquellos temas que aún tenemos pendientes para que futuras generaciones no tengan que hacer del tema de igualdad una exigencia, sino que nazca de la normalidad en la que tanto mujeres como hombres tengamos acceso en igualdad de circunstancias a una vida libre y feliz.

Cuéntanos qué opinas (sin importar si eres mujer u hombre), ¿hay cosas que te han costado desaprender o alguna otra que te gustaría que las futuras generaciones ejercieran de alguna manera distinta cuando se trata de igualdad de género?

Queremos leerte y abrir el espacio a la reflexión.

7 comentarios

  1. Diana

    Es muy importante que hombres y mujeres aprendamos a tratarnos con respeto y a saber que somos valiosos por el simole hecho de existir. Reconocer que tenemos dignidad y amor propio que nos ayuda a vivir de la mejor manera posible en un mundo que aún enfrenta muchos retos en la igualdad de género.

    Ah y que en esta igualdad me gustaría que las mujeres y hombres pudiéramos llevar como primer apellido, el de nuestra madre.

  2. Guillermo Rodríguez

    Es maravilloso aprender en familia que hombre y mujer somos iguales en dignidad, al mismo tiempo que diferentes y complementarios. Tienes mucha razón en que debemos valorar mucho lo que las generaciones anteriores hicieron por nosotros, porque hubo muchos buenos ejemplos, y a su vez, no juzgar sus errores, sino aprender a no cometerlos.

    Cuando vemos a papá y a mamá que se aman, se comprenden y practican la ayuda mutua, se transmite de forma automática y se absorbe de forma natural el valor igual que tienen Mujer y Hombre.
    Tenemos una gran oportunidad de seguir enseñando a nuestros hijos lo valioso que son cada uno, sea niño o sea niña, y se sientan orgullosos de ello, así como, propiciar una sana y feliz convivencia entra las partes. Solo así, con familias fuertes y sanas, no existiría el machismo ni el feminismo, sino un desarrollo armónico y feliz de todos los seres humanos, mujeres y hombres ¡Que somos grandes y maravillosos!

  3. Israel Ocampo

    Grandiosa reflexión, #YoMePintodeNaranja

  4. María Dolores Rodríguez Tepezano

    Suscribo totalmente. Y a seguirle que todavía hay mucho que hacer. Gracias por compartir este texto.

  5. Aída Susana Salas Espíndola

    Es un hecho que venimos de generaciones que tenían la idea de que las mujeres solo eran para servir al hombre y cuidar a los hijos, de esa forma fuimos educadas, pero vino la modernidad y la liberación donde nosotras deseábamos superarnos, evolucionar y principalmente tener ingresos para solventar nuestros gastos para no depender de aquel que tenía el poder económico y eso fue magnífico, pero desgraciadamente seguía la idea que la mujer aunque trabajara no podía dejar de hacer lo que le correspondía a su género y al casarse nuevamente adquiría la carga de la casa y los hijos, pero además trabajar y aportar sus ingresos para el bien de la familia, afortunadamente el desarrollo de nuestro intelecto y el buscar la equidad y la empatía ha generado que se provocaran cambios dentro de su mismo círculo y comenzar “no a pedir”, sino exigir que se nos tratara con respeto y amor y que las mismas responsabilidades que eran para la mujer, también serían para el hombre. Pero esos pequeños cambios que surgieron en algunas familias hizo que se convirtiera en un enorme grupo de mujeres pidiendo lo mismo, ha sido un trabajo arduo ya que no es fácil cambiar la mentalidad de los seres humanos y sobre todo que era una mala educación que tiene cientos de años, pero ha sido importante que esas mujeres que se convirtieron en madres y que estaban en la lucha por la igualdad comenzarán a cambiar a sus hijos y generar otra educación y sinergia con el género opuesto era hacer conscientes a esos niños, que la mujer no es un objeto, que merece respeto y que tiene los mismos derechos que los hombres.
    Sin embargo ha existido en ocasiones de parte de las mismas mujeres que abusan de su condición de mujer y manejan el discurso de que “Todos los hombres son iguales” y eso no es así, creo que nos debemos de concientizar tanto hombres como mujeres que la mejor forma de vivir es respetándonos, crear un ambiente de confianza y que aunque existen los géneros eso no es determinante para que los logros sean de ambos.

  6. José Martín Corchado Fabila

    Excelente tema¡¡¡ en mi caso no pudo trabajar mi esposa por temas de salud (la operaron de la cabeza y los estragos de la cirugía originaron cefalias que se originan simplemente con el caminar¡¡¡) ya no pudimos organizarnos para ser ambos el sustento familiar y me tocó ser el proveedor… pero ahora veo a mis dos hijas y estos preceptos de la vida los están iniciando pero tienen muchos contras en su camino, pero haciendo unión entre Ustedes y cultivando la conciencia entre los hombres, seremos más que busquemos la verdadera igualdad que merecemos todos, cuenten conmigo por supuesto¡¡ Gracias por estos artículos¡¡¡

  7. María Teresa Herrera Moreno

    Muy interesante todo lo comentado, me encanta los cambios que se han logrado respecto a la igualdad, por su puesto que todo esto se logra desde la educación que damos en nuestra familia, especialmente con el ejemplo de como nos tratamos unos a otros, independientemente si somos hombres o mujeres.
    Algo que si veo preocupante es precisamente lo que comenta Aída Susana donde se maneja que “Todos los hombre son iguales”, y esto no es porque son iguales en cosas buenas sino en todo lo contrario, siento que se ha deteriorado mucho la imagen de los varones, NO TODOS SON IGUALES, hay hombres que saben valorar y respetar a la mujer, que dan la vida por sus esposas, madres e hijas, que respetan a sus compañeras de trabajo, ojalá aprendamos también a darles el lugar que merecen y no se provoque ese cierto odio que a veces veo que se siembra hacia los hombres, donde a veces se pierde el respeto a ellos pero principalmente a nosotras mismas.
    Un abrazo.

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