Las palabras sí importan

Imagina que las palabras son como ladrillos, cada vez que elegimos qué decir y cómo hacerlo tomamos uno de estos y lo colocamos en la construcción de algo más grande. Si los ponemos con cuidado, atención y respeto, construiremos puentes que nos acerquen a las personas, conexiones que soporten el peso de la confianza, la empatía y el entendimiento; sin embargo, si usamos términos que excluyen, lastiman o generan malentendidos, esos mismos ladrillos se transforman en muros que nos aíslan, separándonos de quienes más importan, en nuestro caso, la derechohabiencia.

Quienes colaboramos en el Infonavit tenemos un propósito claro: brindar atención de calidad y con vocación de servicio porque nos debemos a las y los trabajadores, los verdaderos dueños del Infonavit, que deben encontrar en el Instituto un aliado confiable.

Es aquí donde la forma en la que nos expresamos influye, y mucho, pues el lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, es una muestra de respeto y reconocimiento a la fuerza laboral de nuestro país.

El lenguaje es un reflejo de la sociedad que lo utiliza, incluyendo desigualdades y prejuicios como racismo, clasismo o sexismo, por lo que cambiar la forma en que nos expresamos influye en nuestra mentalidad y, a su vez, en nuestra conducta, promoviendo una sociedad más inclusiva y justa.

Cuando hablamos con la derechohabiencia, lo más importante es recordar que antes de cualquier característica o condición que tengan, son personas. Usar expresiones como discapacitados puede reducir a alguien a una sola faceta de su identidad. En cambio, decir “personas con discapacidad” pone a la persona al frente, como protagonista.

Para ello, te compartimos algunos ejemplos prácticos de cómo expresarnos con nuestra derechohabiencia con respeto, equidad y vocación de servicio:

No recomendado Recomendado
Los derechohabientes
Los acreditados
Los trabajadores
Derechohabiencia / Las y los derechohabientes
Personas acreditadas
Las y los trabajadores / fuerza laboral
Discapacitados, as
Personas con necesidades especiales
Personas con capacidades diferentes
Incapacitados, as

Minusválido, a
Inválido, a
Paralítico, a
Cojo, a
Lisiado, a

Cieguito, a
Invidente
Débil visual
No vidente

Sordito, a
Sordomudo, a

Retrasado, a
Mongólico, a
Personas con discapacidad





Persona con discapacidad física





Persona con discapacidad visual
Persona ciega



Persona con discapacidad auditiva
Persona sorda


Persona con discapacidad intelectual
Indio, a
Minorías
Personas indígenas
Personas de pueblos originarios
Comunidades indígenas
Los pueblos indígenas
Persona negra
Persona de color
Mulato, a
Moreno, a
Prieto, a
Personas afrodescendientes
Personas afromexicanas
Niños
Menores
Chico, s
Muchacho, s
Niñas y niños
Niñeces
Infancias
La y el adolescente / adolescentes
La y el joven / juventudes
Anciano, a
Viejito, a
Personas de la tercera edad
Persona adulta mayor
Desviado, a
Maricón
Joto, a
Machorra
Persona de la diversidad sexual
Lesbiana
Persona homosexual
Persona transexual o transgénero
Bisexual
Persona no binaria
Indocumentado, a
Ilegal
Bracero, a
Mojado, a
Exiliado, a
Sin tierra
Persona migrante
Persona en movilidad humana
Persona refugiada
Persona solicitante de asilo
Víctima del sida
Sidoso, a
Persona que vive con VIH
Persona que vive con sida

Adoptar un lenguaje inclusivo y con perspectiva de derechos humanos no siempre es sencillo, ya que también implica romper con muchas de las creencias que tenemos arraigadas, incluso desde la infancia. Si a esto le sumamos que a veces le exageramos un poco pensando que solo se trata de expresar tooooodo en masculino o femenino como la silla y el sillo, la derechohabienta y el derechohabiente, la ventanilla y el ventanillo, pues eso lo hace más complicado, pero no es así.

En el Infonavit sabemos que el cambio comienza con pequeñas acciones como elegir nuestras palabras con cuidado, al hacerlo, no solo construimos puentes, también reafirmamos nuestro compromiso con una atención de calidad y respeto hacia la derechohabiencia.

Si quieres aprender más de este tema puedes echarle un ojo al 👉 Protocolo de Atención Prioritaria, Accesible y de Calidad a Grupos Históricamente Discriminados, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

¿Qué otras ideas o ejemplos se te ocurren para crear un lenguaje más inclusivo y respetuoso en nuestra atención a la derechohabiencia?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *