Más que un Día de Muertos

Según el Sistema de Información Cultural (SIC) de la Secretaría de Cultura, en México habitan alrededor de 70 pueblos indígenas con sus respectivas costumbres, tradiciones y lenguas. La diversidad cultural con la que contamos es tan extensa como la inmensidad de recuerdos que muchos de nosotros tenemos sobre los encuentros e historias de aquellas etnias que desde pequeños hemos visto vibrar y ahora son como de nuestra familia. Es el caso de nuestra pluma invitada de Sonora, María Dolores Rodríguez Tepezano, quien con un toque guerrero nos adentra a la esencia de ser yaqui, entre la vida y la muerte.

Sigue leyendo y te sorprenderás de lo que hay más allá de la celebración del Día de Muertos en tierras sonorenses.

A propósito del 2 de noviembre, día en que se celebra a los muertos en nuestro país, quiero compartir algunos datos que desde mi punto de vista son bellos, heroicos y dignos de admiración hacia nuestra etnia sonorense: los yaqui, quien también tienen su propia celebración del Día de Muertos.

Quisiera contar todas las historias que conozco de ellos, pero el espacio no me alcanzaría. Lo cierto es, de tanto oírlos mentar, con facilidad reconozco sus cuerpos, sus caras y sus ropas, todo me es familiar.

Reconozco sus nombres y apellidos, están aquí en las oficinas de la delegación Sonora: en la caja donde archivamos los expedientes de crédito Línea IV (para ampliación de vivienda sin afectación estructural y sin garantía hipotecaria), ahí están los Anguamea, los Machichi y los Machiche, los Burciaga, los Yocupicio, los Poqui, los Cuamea, los Neyoy y muchos otros apellidos de origen yaqui.

Mis compañeros de trabajo me comentan que con anterioridad el Infonavit ha atendido a las comunidades yaquis en programas diseñados para ellos.

Hoy por hoy hombres y mujeres yaquis son parte de los beneficiados con crédito para ampliación de vivienda, no sólo en Hermosillo, pues aunque la mayoría de los yaquis se concentra en el sur del estado de Sonora (específicamente en Navojoa y Obregón, región donde se encuentran los ocho pueblos yaquis), también hemos otorgado créditos a derechohabientes yaquis en Nogales y aquí en la ciudad del sol, donde esta etnia vive en reservas territoriales como “Sarmiento Yaqui”, comunidad que se ubica a la salida norte de la ciudad.

Seguramente existen yaquis viviendo en todo Hermosillo y en todo el estado, tal vez tengan sus propias casas, pero los que están aquí en el Infonavit, son los que reconozco.

La primera referencia que tuve de la historia yaqui fue la defensa que los miembros de la etnia han hecho de la tierra, éste ha sido el tema que permanentemente los coloca en la discusión político-social de la región y en ocasiones trasciende a ser un tema nacional.

Sin embargo, hay más, en el fondo, en el ser yaqui hay una formación que combina el amor profundo por la tierra y el vínculo con la muerte. De hecho, en el caso de los apellidos yaquis su composición no guarda una historia cualquiera, sino el pasado de sus ancestros, sus orígenes y lucha¹.

“Al sur de Sonora existen decenas de familias cuyos apellidos tienen la terminación ‘mea’: Buitimea, Anguamea, Cuamea, Baumea, Sotomea, entre otros. Se trata de apellidos de familias yaquis cuyo significado es reflejo de la relación de la etnia con la muerte. La actitud yaqui frente a la muerte es prehispánica, histórica y operó como facilitadora de la guerra para la defensa de la tierra yaqui y su soberanía. La identidad y rituales yaquis, en especial aquellos vinculados a la muerte, están cimentados en su resistencia².

Por ejemplo: Anguamea significa el que mata a la multitud o el que mata mientras está ahí; Baimea, el que mata de sed; Buatimea, el que mata rápidamente o el que mata corriendo; Cochemea, el que mata dormido o el que mata al que duerme; Guitomea, el que mata pisando; Jaimea, el que mata en la mezcalera; Jusacmea, el que mata en la guerra; Osime, el que mata mucho; Sibamea, el que mata certeramente; Sotomea, el que mata con un hechizo; Tatabustamea, el que mata sudando; Yautmea, el que mata al jefe; Yutmea, el que mata con la lluvia³.

No es de extrañar entonces que los yaquis, hombres y mujeres, sean de gran resistencia, que durante siglos hayan sobrevivido a todo tipo de guerras para evitar el despojo de su territorio y de su río, la razón de ser de los yaquis, aunque la historia de batallas y defensa data de 1868 (¡triste historia aquella!): su primera batalla contra el hombre blanco, cuando traicionados, fueron quemados vivos⁴.

Las guerras de los yaquis, generalmente es dividida por los investigadores en tres etapas. La primera durante el Porfiriato, época de esclavitud y exterminio para ellos, larguísima guerra que duró 40 años. La segunda, contra los ricos de Sonora quienes al invadir sus tierras buscaban dominarlos y expandir su riqueza. Y la tercera, contra el gobierno de Sonora (si mal no recuerdo, en tiempos del General Obregón), cuyo objetivo fue destruir lo que nunca han podido: el poder eterno de combate que poseen las y los yaquis. En sus guerras sólo de defensa han muertos decenas, centenares y miles de niños, mujeres y hombres⁵.

Pero hablemos de lo que representa para los yaquis la muerte: cuando un yaqui muere, con o sin ningún temor a la muerte, hay un ritual de muertos en la comunidad donde vive, cuyo objetivo es que la etnia encamine el alma del muerto hacia el mundo de las flores, esa tierra que no está intervenida por la mano y herramientas del hombre. “El mundo del monte, el cual es parte del territorio sagrado del yaqui”⁶.

Los yaquis y los mayos son los únicos nativos del noroeste de México que celebran el Día de Muertos, ambos viven el sincretismo guardando elementos de la cosmovisión indígena y el cristianismo, los yaquis empiezan la celebración desde el primero de octubre, inician con rezos
—diario hay rezos— y se tocan las campanas del pueblo tres veces al día, la familia se prepara para recibir el espíritu de sus muertos. Los elementos cristianos que se utilizan para celebrar el Día de Muertos son muy pocos, apenas una cruz de madera muy sencilla, en realidad el elemento más importante en la celebración yaqui es el tapanco, ahí se coloca la ofrenda⁷.

El tapanco es una estructura que mide aproximadamente 1.60 metros de altura; se elabora con cuatro palos de mezquite clavados en la tierra, a manera de sostén, y sobre ellos se ata un tapesti, es una especie de tarima hecha de carrizos. Investigaciones etnográficas indican que el tapanco es una evocación de la estructura donde yaquis prehispánicos cremaban a sus muertos⁸.

El tapanco debe de estar colocado de espaldas a la puesta del sol y en su cabecera debe ir una cruz. También se ponen alimentos o bebidas alcohólicas, incluidos cigarros y elementos que el difunto normalmente consumía en vida. En la ofrenda no se colocan juguetes o fotografías, ni artículos personales del difunto y depende de la familia agregar o no imágenes religiosas u otro tipo de objetos⁹.

Para los yaquis no es importante la cuestión estética, la vistosidad o el colorido como en los altares mestizos que se colocan en el resto del país, es expresamente una ofrenda. Una característica especial de la celebración es que para fines de octubre cuando la luna es bella, los solares donde viven los yaquis huelen a carbón ardiente: en la lumbre ya se encuentra listo wakabaqui (un concentrado de caldo de res con verduras); en tanto las mujeres preparan las deliciosas tortillas sobaqueras de harina.

Los yaquis que no ponen altares, el 2 de noviembre van al panteón, al camposanto, ¡lo llenan de flores! Ahí se sientan en las tumbas para comer con sus difuntos cañas, naranjas, tejocotes y burritos hechos con tortilla de harina. Esa mañana los maestros rezanderos y sus cantoras también acuden a orar a todos los muertos que no tuvieron tapanco¹⁰.

A mí, aquí en el Infonavit, entre otras cosas, me toca hacer un registro interno en Excel donde se capturan los documentos que integran los expedientes de Línea IV, cuyos acreditados ya obtuvieron autorización para financiamiento en ampliación de vivienda. En esa sencilla actividad de capturar datos, nombres y apellidos, como Anguamea, Cuamea, Yocupicio, Neyoy, Poqui, recuerdo a los yaquis, disfruto reconocerlos porque los admiro. De hecho, saber que defienden su tierra, me remonta un poco a lo que hoy llamamos Gestión del Suelo y Políticas de Vivienda, en el tema de autoconstrucción.

Yo los recuerdo de mi época de estudiante, cuando en 1991 pasando por el Valle del Yaqui nos acompañaron en la Marcha del Desierto al Zócalo: grandotes, fuertes, morenos, delgados…, con su tambor al son de guerra… pero ésa es otra historia.

1. Padilla Ramos Raquel, La Muerte Entre Los Yaquis Tiene Permiso, Sonora Star.
2. Ídem.
3. Ídem.
4. Paco Ignacio Taibo II, Historia de una Guerra popular y de un Genocidio en México.
5. Ídem.
6. Castro Tonatiuh, El Tapanco, la ofrenda ancestral sonorense para el Día de Muertos, Culturas Populares.
7. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Yaquis y mayos celebran el ciclo ritual de la muerte.
8. Castro Tonatiuh, El Tapanco, la ofrenda ancestral sonorense para el Día de Muertos, Culturas Populares.
9. Ídem.
10. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Yaquis y mayos celebran el ciclo ritual de la muerte.

¿Qué te pareció la historia de hoy?, ¿ya conocías el significado de esos apellidos tan aguerridos? ¿Y qué nos dices del tapanco, donde yaquis prehispánicos cremaban a sus muertos?

Nos gusta leer tus comentarios y a nuestra compañera María Dolores seguro también le encantarán. ¡Adelante!

5 comentarios

  1. GABRIELA RUIZ

    Que bonito conocer de las culturas de nuestro pais!! gracias por acercarnos esta informacion muy interesante, lindas fotos!

    1. María Dolores Rodríguez Tepezano

      Gracias!!

  2. gloria ehuan

    Es increíble todo lo que desconocemos de las culturas de nuestro México mágico y querido, gracias mil por compartir, se me enchinó la piel y viví esto que relataste.
    Saludos desde Campeche!

    1. María Dolores Rodríguez Tepezano

      Muchas gracias, saludos desde Sonora!!

  3. Ana belen neyoy

    muchas gracias por compartir conocimiento, mi apellido es Neyoy y casi no hay información de mis antepasados.

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